domingo, 12 de octubre de 2014

Osadía

Sigues al sol, sus rayos, con la mirada. La osadía se te cae en diagonal bajo esta ya ausencia indecente, y abrazas, avistando apenas, perfiles ajenos, perfiles rotos de polvo lejano, te sabes una cucaracha más que sabe quién no vendrá. Un día, una mota más de olvido. Qué más da. 
Pasos en la ya-quisieras fresca huelga del agua. Pasos sedientos de sombra que escupe loca claridad y murmullo. Pasos como víboras en zozobra, como ponzoñas que manchan la suciedad mediocre de un paupérrimo hilo de agua.

Sedientos de pausa, dos de ellos te aguardan. Notifican sus intenciones desde una apostura sin remedio. Cúmulo de voluntad y ni pizca de ganas, careces de espejo; dedos entre el cabello tendrán que bastar. Sueños de soñar en juegos jugados, tazas de té en cafés de aridez dudosa. Reputación inmediata, ahí la desgracia al cuello, aferrando recia y muda corbata. Víctimas, en medio de un sucio azar de viento.

Suspira la cajetilla abierta. Diez pitillos hacen marcial saludo. Tomar el peor es decisión fraudulenta. Nadie ve, nadie vive, nadie viene. Ahora uno dos, tres cuatro, cinco seís, jazz latino, piensa tu queja, ¡vaya estupidez de nombre! Lo explícito choca como carambola tremenda, y nadie cobra sus apuestas después.

El disimulo es corriente. ¡Saludar ya!, son una desgracia. Tomar el más insulso, el más feo -términos todos confusos de esteta- es lo justo, aunque aburre. Tú no sabes, todos lucen iguales. Estrujas uno entre los dedos, no más. Lo corporal viene a ser la parte más sencilla. El viento se calla y la llama asciende. Toser, dejar de toser, es simple, ¿ves?

Yo tenía diez perritos..

La cajetilla cierra casi en chirrido de caja de muerto. Tiene sentido; todo lo tiene, salvo esperar.

Uno se llamaba Pepe y nomás me quedan nueve, nueve, nueve, nueve, nueve…

Izar los ojos es verla. No se la desea, se la ve tan sólo. OSTION, recalca, con impúdico fleco de sol. Dirías que sonríe, pero es estúpida la sola idea. Se te escurren minutos de una nada vaporosa, una que apenas notas.

Se ha echado el fleco para atrás, preguntas quizá. La perezosa bombilla de junto te susurra unicamente la sigilosa partida del sol.

Ya no te preguntas si sonríe. La espera -qué más si no- te acentúa la Ó.

viernes, 10 de octubre de 2014

Qué sé yo

No podrías entenderlo. O quizá sí. Bueno, da igual. Empiezas tú. ¿Conoces esa hambre penosa que se le arrastra a uno por la garganta como queriendo casi desistir y abandonarte para siempre en medio de un sabor producto de todo lo que alguna vez comiste? ¿Esa sensación tan mayúscula que hace temblequear las piernas y gritar náuseas de tanto en tanto? ¡A ver! Dime, ¿nunca saltaste a una alberca desde un trampolín elevado solo para llegar fácilmente hasta tocar el fondo? ¿Fue alguna vez tan grande tu necedad como para arrastrar pies y manos hasta abajo y sonreírte de manera estúpida y luego sufrir/contar los tres eternos segundos de ascenso que te presagiaban que ya no saldrías y que nada más entraste a dejar de ser hasta allá abajo y, luego, agonizante, bruto, desesperado, aspiraste el mundo como si te fuera nuevo o recién inventado? ¿No se tragaron tus narices medio universo?
A ver, a ver, recomencemos. Voy, francamente, pensando que deberías conducir una solitaria carretera bajo —Mmm...— espléndida y delirante noche y, qué sé yo, atreverte a acelerar una recta con viento helado de algún noviembre besándote las sienes, el cabello, festivo, dándote, de golpes en los párpados. Allí, apagar tus luces para ceder paso a la luna. Y contar hasta tres, de nuevo. Sin excusas. Cantar puede cualquiera. Estos son días de sombra… Te la sabes. ¿No? Evoca, pues. Debes recordar o inventar aquella secuencia verde donde ella irrumpe, sin su dios ni su decencia, sin incordios de clase alguna, donde es el bermellón sostenido en su falda tan lejana del lodo, tan lejos de Marx y tan aparte del mundo y de cualquier no contemplación. Mírala de nuevo. Sostenla. Confiésatela acto poético, si puedes, sin pizca de voluntad. 
Puedes perderla ya, o verla más cerca de lo que aparece; toca evocar ahora el mediodía desde la umbra de aquel gran árbol cerca del banco, huele nueva y claramente los huaraches y el queso fresco. Ya estás, hambriento, así. Píntate frente al claroscuro de la luz donde la sombra cede. Mira la cortina venir desde lejos. No mucho, no tanto. Así. Ella se mueve hacia ti, ella viene proponiendo un mundo anfibio donde las cosas son mojadas y teñidas en un tono parecido al sol; ella es directora, productora y guionista. ¿La hueles?, su desodorante excita, lo sé. Dejas que te atrape y te haga a su modo. Si quieres corre. O llora, baila... Bajo lluvia todo parece llorar de todos modos, todos nos mojamos también. Hasta ahora quizá sigas en pie. No crecerás, ¿lo sabes? No es que importe, es que cuesta creerlo. Bien. Has caminado tus pasos en la envoltura tenebrosa de una luminaria que se apaga. Distingues sólo un incierto brillo, casi producto de herrumbre, de metálica y arcana magia. Intentas leer, y comprendes la palabra desde allí. ¿La conoces acaso? Ganas tú. Pero ¿ves?, no podrías entenderlo, ni aun con acento.


lunes, 15 de julio de 2013

Perfecta paz

Comienza sin ser en serio
Sinuoso límite de lo interminable
Tempestuoso clamor vacuo
Oblicuo
O bien desgarro informe
Inmaterial
Perpetrado grito fatídico de la desgracia a perpetuidad

Caos infrarrealista de tres estrellas-simientes
Doblando un sol
Nuestro Sol
O reduciéndolo a sus cuatro componentes
Sea su Sabor
Cuente su Calor
Cobre su Color importancia
Y duela su Dolor el equivalente asco

Se sacude el ánimo
Se esquiva la reflexión nula
No camina el murmullo
Se desparrama cual baba o enfisema chispeante
Humo de mariposas blancas habemus concilium

Amenazando lluvia por cuerpo tomar
Alcanzando amenazas
Y abrazando manazas
En veces serradas
En veces abiertas de par en par

Y no por creer se resucita
No por pagar se contribuye
No por escribir se crea
Ni por crear se construye

Nos aleja del polvo  nuestro este dique de asiduidades momentáneas
Nos barre inmemorial el recuerdo
De que aquí estuvimos
O que fuimos
O algo así

Nos une la mentira
El engaño aquel que no podemos
Hasta hoy
Dejar de contar
Y es límite inexistente el horizonte
Mera sugerencia para nuestras alas
Del sublime caos
De perfecta paz


viernes, 5 de julio de 2013

Un Imbécil, desde luego.

Estaba fastidiado. ¿Lo recuerdas? Es decir, justo en ese momento, no era lo de siempreCosas Nuevas venía siendo más bien lo de aquel momento. Y me era un fastidio. 

Mucho sueño, mucho cansancio… algo que venía de a mucho, y que aunque a pocos gustaba, a muchos se hacía insoportable. Era curioso. Justo eso era lo que solía responder al típico “¿Qué cuentas?” Era la evasiva de fórmula:
—Ehh… ya sabes; un poco de “lo de siempre” y un mucho de “cosas nuevas”

No me podrías culpar eso. Con pena, hay que admitirlo: hemos contestado y formulado esas basuras, aunque sea para iniciar charlas.
—¿Y qué más da? Funciona. Pero sabemos que admitir algo vergonzoso no es razón por la que va uno a una fiesta; por decirlo de un modo. En fin; no estaba a gusto. En la cara no hacía por disimularlo, ¿cierto?

Tal vez la incomodidad se debía a que estaba en un espacio demasiado reducido, confinado con gente que de regular agradaba… Pero quizá allí mismo, con todos ellos reunidos, no quedara suficiente lugar para el confort.
—Es una posibilidad.

No podrías entenderlo. No sin imaginar por un momento, que no te gusta la gente — cosa por demás difícil; pues adoras a la gente, y en medio de ella te sientes tú misma. ¡Te encanta ser gente!¿Qué buena gente, verdad? — tanto decirlo, ya casi convence. El punto es que, antisocial de pacotilla, no podía estar más desmejorado allí en medio.

Desmejorado y nada atento a lo que sucedía alrededor, cuestionaba cómo era que a los demás parecía encantarles el interminable bullicio. Una bulla incesante que venía sólo a agrandar la abulia.
Durmiendo antes de lo esperado… Según recuerdo, pues comenzaba ya a pensar que la noche sería interminable —entre confesiones pueriles, alegrías injustificadamente emotivas y fotos que buscaban mostrar fraternidad a escenas donde  no la había. — La cosa era para morirse. O caer en un tremendo sopor. Hasta ahora dudo si me quedé dormido o si ya estoy muerto…

Siendo ya de madrugada, en  cercanos momentos al amanecer, ya todo mundo dormía… Inevitable consecuencia del generalizado desvelo. No podemos culparme eso tampoco.
Seguramente dormidos tardísimo. Después de todo, para quienes gozan de los encuentros pachangueros dentro y fuera de carreteras; que la noche sea interminable no es un pesar, sino muy al contrario, ¡una delicia! En fin —mocoso absurdo…— ya estaba despierto al amanecer.

At first I was Afraid, I was petrified…

Sí, seguro que no podía hallar reposo fuera de cama.  La conciencia intranquila debía ser. En todo caso, era ridículo. Al menos, al ser bicho raro, ni imaginaba pintarrajear rostros, ó poner música que nos distrajera de la ya de por sí inspiradora Gloria Gaynor, —que nos traía a bastante elevado volumen, el chofer con su insufrible punchis punchis. Por cierto: “Holliday”, en voz de Madonna; “No eres para mí” de Fanny Lú, y “I will survive”, de Gaynor, sonaron como que repetidas veces. —Es decir, quién de nosotros iba a notarlo, con la fiesta de abordo, pero justo ahora parece que fueron varias las veces que nos amenizaron el silencio que tanto nos costaba soportar… claro, hasta antes que alguien pidiera música de banda, ¡hombre, faltaba más!

Pero eso no quiere decir nada, ¿cierto? Nada en particular del chofer, salvo quizás, que gusta de la música de la época Disco… ¿O acaso ciertas tendencias sobrepasaban del Disco? Imposible… ¡Imposible que fuera impensable!

Era un ambiente mezquino. Todo silencio…

…La que tu mamá quería pa’ que fuera tu mujer…

Casi todo. De hecho, el mismo sonido de la máquina, por lo bajo y lo monótono, resultaba arrullador. Se dormía aún apaciblemente. — Cosa que cambiaría en escasos minutos.

Una foto. Debido a una foto… Verás… el sol iniciaba su salida; pero la oscuridad era aún tal, que durante el enfoque, la cámara activó el flash. Y si sabes cómo actúa un flash en un espejo, te imaginarás cómo actuó el vidrio de la ventana. Un brillantísimo destello reflejado al interior del bus, que estaba oscuro por dentro.
—¡Oraa! ¡Aguas con ése flash! — señaló ni tardo ni perezoso el chofer, creo que molesto por haberle estropeado el coro. Una mueca me embargó.  La había regado.

“Ain’t a hollaback girl… ain’t a hollaback girl”

Lamentable. Alguien más despertó, y bueno... Si se recuerda lo dicho antes sobre pintar caras y música estruendosa… se podrá deducir esta parte.
“¡Trágame asiento!”


El sol revelaba la costa, el cielo naranja que atestiguaba la hora y un verdor extendido entre la carretera y la arena, no tan distante por momentos. Era prodigioso. —O pudo haberlo sido— Los ruidos de panecillos con el cariño de siempre, siendo desembolsados, los crujidos de botellas plásticas, y lo más temible: los estruendosamente deliciosos Charritos, no permitieron que lo fuera. No del todo.

Recordaba entonces en el título de un libro descubierto hacía poco “Música de la Lengua”; aunque el ruido comunitario, sea de lenguas o dientes trabajando, llegaba a ser algo más que ridículo. Algo que no sabía adjetivar, aunque con toda seguridad lo odiaba. Por lo menos tan desagradable como los documentales todo-informativos del discovery; tanta información da nauseas.

Bueno… despierto razonablemente antes que todos los demás, (razonable por dormir temprano; y no porque sea muy normal hacerlo) y en vez de adoptar conductas adolescentes… o humanas siquiera; dedicado a escudriñar el horizonte en busca de esa cosa fastidiosa que tanto gusto a veces da perderse, excepto cuando el alcohol no se nos ha agotado —pero sabemos que esas son otras historias y no es momento de echarnos de cabeza.

El amanecer, desde luego. Y es que sabemos que aferrarnos a las sábanas hasta que la situación sea insostenible, es nuestro ritual diario…

Dio el momento de que despertaran los pocos adultos de compañía. La cortesía hizo su fastidiosa aparición. El aire se llenó de “Bueno días” por doquier. Algunos displicentes, y otros deferentes… aunque como siempre, ninguno auténtico del todo. Siempre hemos encontrado inadaptados más o menos soportables, con quienes nos hemos visto parcialmente obligados a tratar. Hacemos lo correcto, por supuesto, tratarlos con una lejanía que no nos mete en su mundo, sin dejarlos desamparados del todo.

No es que no podamos enteramente soportarlos, odiarlos, o entenderlos. Tan solo no nos da la gana… No se trata del qué; simplemente es una reacción instintiva. No podemos sentirnos cómodos con ellos. No son de aquí. Ni de sitio alguno — ¡Dímelo a mí!

Fotografías. Eso hacía. Captaba imágenes de lo que fuera que pareciese posar delante del lente. Los demás también captaban imágenes. ¿Lo recuerdas? Aunque las fotos no tenían personas en ellas. Casi nunca. Y aunque posaba para algunas; era imposible adivinar una pizca de alegría.  Quizá lo peor de todo es que esas fotos no llegaron a estar en la web. Y aunque lo hubiese hecho, dudo acerca de a quién o quienes hubiese notificado de ello. No sé.


Cuando todo-mundo despertó, recuerdo que algunos comenzaron a preguntar dónde estábamos; para avisar religiosamente a los padres que no viajaban con nosotros... No nos decidían juguetonamente a quién enviar a hablar con el chofer.

Alguien se impacientó y se fue a hacerlo. Pero sin volver de inmediato.  Parecía que más que a informarse fue a socializar. O tal vez no tenía muy claro que la idea era llegar hasta allí, y regresar a contarlo…

Estaban ya a punto de gritarle como en juego; para alentarlo a volver, cuando oyeron mi susurro con rudeza,, indicándoles el nombre. El nombre del lugar, según comentó alguien más. —¡¡Ah!! — pronunciaron como si se tratara de un “EUREKA” que justo hubiese salvado sus cabezas. Obviamente; me pareció todo aquello deprimente y de mal gusto.

A decir verdad, creo que hablando de lugares cercanos y demás cosas, se entretuvieron de nuevo y dieron oficialmente el inicio al día, con las primeras fotos grupales y todas las cosas casi rituales de los viajes.

¿Por qué te recuerdo esto?

Bueno, yo pensé… que tal vez sería bueno pensar en cómo nos sentíamos antes al respecto. Cómo nos sentíamos Entonces.

…Todo cambió…

Como dice la odiosa canción de aquellos a quienes no nombraré… Y ¿por qué? Bien; nunca he entendido un carajo de esta materia en particular. Y parece que quienes lo hacen, son de todos modos incapaces de comprender cualquier otra cosa.  No los envidio… los evito en la medida de lo posible. Y está claro que no soy omnipotente.

¡Insisto! —O al menos quiero pensar que no. —  Pero sí, mi percepción cambió. Aunque el entorno era la misma bazofia desde que abandonamos la ciudad.

Me vinieron accesos de felicidad que creo no era capaz de soportar. Ahora sé con seguridad que cualquier clase de droga debe ser administrada con cuidado… para lograr el efecto más placentero. Entonces sólo caí. Me dejé llevar. Cultivé habichuelas mágicas en mi patio privado interior y alcancé parnasos que rascaban cielos y de cuando en cuando hundían castillos en el aire. No me importó. No me importaba.

Fui un tonto. Por innumerables motivos. Y claro, un ignorante de lo peor. Nunca antes jugué de aquel juego sin pasar de la banca, o al menos nunca antes estuve al bate. Y es muy graciosamente perverso que todos mencionen las bases, pero nunca la dirección en que se debe correr para alcanzarlas. Para ser honesto, te digo esto porque esperaba haberlo olvidado. Pero sigue aquello enclavado en mi memoria de una forma tan vívida, que aún si no fueras tú quien lee esto, bien podrías haberte buscado un lugar en la historia… quizás en alguno de los asientos desocupados… tal vez de copiloto al chofer. O ya en uno de los numerosos castillos que se desmoronan. —Tan sólo me lo imagino.

Puedes reprenderme por recordarlo; ¡pero quedaste ridícula si pretendías decirme nada, desde que has decidido leerme!  

Sé que no terminamos bien. No como tú o yo hubiésemos querido.  (al menos yo no hubiese querido muchas cosas, deberías saberlo)

Me creas o no, me alegra un poco tener esa figura femenina a quién culpar… Y ciertamente la cargo de aquellas culpas que no me dejarían la consciencia tranquila. Resulta pues, útil. No me agrada, no obstante.

La gente normal no duda tanto de sus afirmaciones— Supongo.

¿Y a qué viene tanta memoria de días “mejores” que ahora nos entristecen? He tenido que hacerlo. Siento que desde que no nos hemos visto me he convertido en lo que yo pensaba que era una cosa extraña. No podría decir si me he vuelto como Lalo, o como alguno de esos que tuve la bondad de ignorar para no insultar… ( y justo ahora me pregunto cómo le gustaría que le llamaran. Sólo me parece recordar que cuando le decían así mostraba una mueca que casi llegaba a ser dolorosa. Pero nos gustaba entonces, decirle así y verle la cara) pero sin duda no soy como me conocías. Y me empiezo a preguntar quién he sido realmente todo este tiempo. Dirías que he sido Yo, desde luego; pero me refiero a ¿cómo soy de verdad? Soy como cuando entonces, o como ahora… Me atormenta pensarlo.

Definitivamente no tener cosas en la cabeza es muy dulce.  ¿Qué será más delicioso que ser tremendamente estúpido? No lo sé; me cuesta demasiado el simple hecho de intentar serlo. Y creo que muy en el fondo no quiero querer eso.

No creo que esto sea solo una etapa ¿sabes? Para mí las etapas son algo que probablemente no extienda más allá que las estaciones (unos 3 meses) y si algo se extiende (como mi situación, que ya lleva casi un año) lo que sucede, pasa a ser permanente de algún modo.

Una vez más. —Qué terco demuestro ser, ¿no?

¿Por qué te digo esto?

Te cuento esto porque pese a lo misántropo que me he vuelto en este tiempo, no puedo evitar sentir que siento cosas por ti. No puedo pretender que no lo hago. Pretender es horrible. Fingir que se siente o que no se siente ha de ser lo que se llama infierno.

¿Recuerdas que recordábamos a Lalo? Ya no sé quién es el incómodo en medio de toda la gente. Yo tan sólo estoy deshecho en soledad.

Te cuento esto porque sé que quizá nunca lo lea nadie. Te cuento esto porque no tengo el valor ni para quemar estas hojas y tragarme mis pensamientos. Te cuento porque cantar no es lo mío. Te susurro por que me aterra mi propia voz. Como ya te he comentado, no soy ningún estúpido. Aún no estoy acabado, y eso lo sabes. Yo no podría más que afirmarlo; creerlo, por otro lado, depende de tí.

¿Que si te amo? No puedo dar una resolución a eso ¡Deberías conocerme mejor! Aunque te puedo recomendar una canción, que si sabes inglés, tal vez te ilustre:

Every day I love you less and less…
(Kaiser Chiefs rocks, baby!)

Si todas mis explicaciones no han sido suficientes, basta con que sepas lo que soy ahora...

Un imbécil, desde luego.












sábado, 29 de junio de 2013

El silencio de mis venas

He callado el eclipse, la formación perpetua de las estrellas.
No lo he dicho,
porque me sé oscuro, como un sol muerto.
Redimiste el faro con su largo brazo,
extendiste los visillos hasta el rostro,
ha asomado un hueco, no el breve de tus manos,
no el terrible de la tierra sucia,
un hueco como cuencas dormidas, pero abiertas de ti,
de tus ojos y tu muerte que hace la noche.

(Que feo rostro me queda cuando lo abandonas.
Tú, abriéndote los hilos de azul embarrando
los gajos de tu cuerpo.
Somos los poros de dios respirando
partículas de Astreo.
Somos la clepsidra.)

Hoy he despertado sin ojos.
Tengo miedo que amanezca más temprano y las parvadas se incendien,
que desciendan de los altares como cirios, y los cuervos apunten
esta sombra y desquebrajen la figura, mujer de sal, estatua que vio
hacia atrás su futuro.
Temo por los perros que se cruzan por el suelo y arrastran sus nombres
como Sísifo la piedra: madreselvas que acuden a la constelación.

Es triste cuando se siente miedo por la luz, por la geometría y sus formas.
Por esas cosas que se adivinan sin ciencia,
como la podredumbre de un recordatorio, como el resplandor del ocaso,
o el último tren que vociferó su camino
O el ruido del durmiente que insomne nos platico por última vez
su vibrante nostalgia. Los pasos, siempre del pasado.
Temo por los ladridos nocturnos de la ventana, abiertas ruedas torpes
que caen a mis brazos, distancias entre las risas y el pavimento.

Tengo miedo de sentir sobre mí el silencio de mis venas.

jueves, 27 de junio de 2013

La entrada incómoda : "Cómo ser un buen escritor"

No te vuelves escritor por azares del destino. El destino no existe. No se lo dejes a él. Como tampoco existe el decir yo puedo, no, tú no puedes hacer nada en lo absoluto, que eso te entre.Es un delicado equilibrio. Es estúpido pensar que uno puede escribir de la noche a la mañana. Como si de pronto las letras salieran tan simples como la genialidad. Es denigrante pensar de esta manera porque demuestra la ardiente estupidez que uno guarda dentro de esa nublada y corta visión. Pero vamos. Cualquier imbécil que no comprenda o comprenda demasiado lo anterior es porque o es demasiado estúpido o se encuentra demasiado sometido diciendo todo lo que los demás quieren escuchar. Uno no nace escritor, como tampoco nace humano, es la tesis más pendeja que casi me hace vomitar desde la primera vez que la escuché de un amigo, en la escuela, luego de que ponía un verso sobre flores y yo pensaba, si, así pensaba: Que era una completa basura, era una extensión de la basura en la que vivo, que tenemos alrededor intentando ser mi puto amigo.

De igual forma quisiera hacerme la pregunta, bueno. ¿Cómo me es posible hacerme escritor? No lo pensé solo lo hice. Lo quería, eso es todo. No tenía nada más que hacer. A corta edad, no pensaba, sentía y eso era bueno, era un imbécil para todos pero un genio para mí. Luego de ir a las iglesias con mis padres y llorar en ellas me pregunté si podía hacer algo realmente en mi vida. Y  de la misma manera comencé a ser consciente de mis emociones y de mis lamentos, conocí el dolor, pero bueno, eso no me hizo escritor, ni siquiera me hizo querer escribir, esa fue una decisión impuesta. Lo soñé, o logré idearlo de alguna manera para no sentirme tan mal, pero no puedo pasar un día sin pensar en ello, no puedo estar un solo día, si, sin pensarlo, porque no escribo todos los días, ni leo todos los días, pero si vivo todos los días y pensar sobre eso es lo más fascinante del mundo. Querer escribir vino después, y sigo sin saber cómo, luego encontré algunas formas en las que podía encontrar la manera de plasmar mi pensamiento, pero antes de eso viví, y me forjé mi propio maldito método, esto no es verdad, no tengo ninguno, soy demasiado cucaracha.

Escribir sirve cuando no estás haciendo algo más importante como comer o cuando no estás con la mujer que amas. Escribir no es maravilloso, para mí la escritura no la siento como algo predestinado para mí, pero toda mi vida la he volcado a ella, porque al principio mi sueño de niño ingenuo era convertirme en el mamador más grande de todos los tiempos, pero poco a poco comencé a saborear la religiosidad con estandarte libertino de la crítica literaria y de toda esa basura “necesaria”que permite que la literatura no se olvide. Algo parecido a los degolladores del alma humana, los católicos, los estúpidos católicos, aquellos quienes odian más de lo que aman, pero bueno, no decimos nada nuevo, es lo mismo que dicen los otros estúpidos que les fascina hablar de alguien  más. Para escribir tienes que hablar como si lo supieras todo y saberlo todo. No puedes estar jugando a  medias como un niñito de esos que creen que la inspiración tiene que ver con mantener paz interior y toda esa gran verdad que para ellos no es más que un juego estúpido de falta de dirección de sus propias almas, no saber qué hacer, solo suspirar, suspiran igual que máquinas, máquinas con alma, que la sienten , pero que no son hombres, para ser escritor de cuentos, novelas, poemas, lo que sea, debes ser humilde, y la humildad se gana humillándote, sabiendo que no lo sabes todo, pero bueno, quién sabe algo verdadero en esta maldita vida?
Eso no te compete a ti. No hay que hablar de los demás.

Comencé a distanciarme de todos cuando sentí el mundo, no cuando estoy en él, y eso me llegó solo, solo luego de saborear los problemas. Cuando de la nada los problemas siempre eran volcados hacia mí. Ese fue el motivo de todo mi desastre psicológico. La violencia no era física, y si lo fuera pienso que de nada me hubiera servido, estaba en mi cabeza siempre, y hasta ahora no lo he podido sacar, pero sólo aprendí a vivir con él y saber que no debo matarlo porque lo justifico, pero bueno, lo único que realmente me importa para escribir es tener algo que decir. Y eso no me hace bueno, me hace cobarde, pero me permito tener un poco de cobardía por gusto. Y no puedo tener algo que decir preguntándome: veamos, el día de hoy, ¿Qué tengo para decir?

Por lo que tiene que decirse no sale de esa manera, se vomita, sale igual que la mierda que te has aguantado por más de media hora, de la misma forma  sale porque debe de salir, así como comes porque tienes que comer, así como te vuelves masoquista porque quieres despertar y ser despreciablemente pacífico, así, de la misma manera debes saber que las buenas ideas jamás salen por arte de magia, ni porque Dios te las mande, Dios existe pero eso aquí no importa, importa que eres un mal escritor y quieres saber cómo ser uno bueno, y bueno, el siguiente paso es que no debes de ser lo suficientemente estúpido como para decir soy un buen escritor. Bájale de huevos porque hay cabrones que han sufrido más que tu y sólo en el sufrimiento se encuentra la verdadera perla.

Pero no entremos en esa divagación de la definición del sufrimiento como tampoco creamos que poder hablar sobre él significa que hemos sufrido, no. Uno no sufre sólo al sentir dolor. El sufrimiento es bellamente opcional, pues para poder ser un buen artista necesitas estar muerto. Completamente muerto en lo absoluto; mucho más que los demás y aferrarte a la vida hasta el punto que tengas que estallar de igual forma en como tienes un orgasmo, y seamos claros, realmente quien desee escribir bien no puede preguntarse sobre qué debe escribir, esa es una buena pregunta para los que escriben mal , pero para un verdadero escritor, un poeta con el nombre extendido y bien delineado debe de ser un juego estúpido entre mierda divina, sangre corriendo y pensamientos dislocados y una capacidad absoluta de control sobre sí. Pero vamos que esto no debe ser una cárcel. Las cárceles, sean con buenas intenciones o malas intenciones, con cárceles y encierran a todos dentro de ellas y el punto es el encierro. El día que entendí que yo estaba prácticamente muerto y que debía estarlo, desde ese momento soy el muerto más feliz sobre esta maldita tierra, pero aguas con sonreír que jode todo.

Respecto a las maneras de contar una historia realmente quiero pensar que deben haber formas sugeridas predispuestas para que aquellos que te leerán en un futuro si tienes mucha suerte, un buen conecte, o una voz que rompa madres, por ejemplo, un micrófono y pares de bocinas, puedan comprenderte. Claro. Es por eso que creo que la genialidad no persiste en la naturaleza. No importa.Sólo existen genios que comprenden el proceso y punto, ese proceso no sirve de nada, sólo es algo aditivo al igual que tu al mundo, igual que un arete, no sirve para nada si no quieres escribir, y es por eso que uno logra con mucho esfuerzo sentirse frustrado cuando no puede escribir, porque tiene que comprender la estupidez de otro y eso es lo más difícil que hay. Hasta que logras convertirte, como en una verdadera y real religión, de la cual no es posible caer o gritar fuera, porque morirías lejos en una montaña, y tu lo que quieres es decirles a todos que tu tienes la verdad, igual que Jesús, pero él no decía que  era la verdad, él se sabía la  verdad, era mucho más verga que tu y que yo juntos, diez vidas, de ida y vuelta por siempre.

Volviendo a las maneras son tan básicas como contar que fuiste al baño siendo una mañana indeseable para ti, tomar una bocanada de aire, fruncir el ano, empujar con músculos que jamás conocerás y dejar correr toda la caca que no sabes que saldrá, no la tienes medida, ni sabes por qué debería de salir, bueno, si sabes, porque si no sale te mueres, pero de resto no sabes nada. Que te quede claro. No  serás nunca un puto buen escritor. JAMÁS PODRÁS LLEGAR A SER UNO. JAMÁS. ERES UNA BASURA, Y SI EL SISTEMA TE HUBIERA PARIDO QUIZÁ HUBIERAS SIDO UN EXCELENTE CONTADOR, O UN ANALISTA FINANCIERO, PERO NO, EL SISTEMA NO TE QUIERE, EN REALIDAD NO QUIERE A NADIE PORQUE NO TIENE ALMA, Y NO LE PUEDES PEDIR A ALGUIEN SIN ALMA QUE QUIERA O NO A ALGUIEN MÁS, LO ANTERIOR ES SIMPLE DE COMPRENDER. Y SI NO LO COMPRENDES ES PORQUE AÚN ERES UN MAL ESCRITOR, Y DE COMPRENDERLO DE IGUAL MANERA NO IMPORTARÍA PORQUE NO ESCRIBES TAN BIEN, SIEMPRE HABRÁN MEJORES QUE TU Y TU INSIGNIFICANTE PARIDAS DE LETRAS NO LE SIRVEN AL MUNDO MÁS QUE PARA ALIMENTAR TU IDEA DE SENTIRTE ESCRITOR. NO SEAS ESTÚPIDO, DEDÍCATE A OTRA COSA MÁS INTERESANTE QUE ESCRIBIR. NO SÉ, SALVA EL MUNDO O INTENTA ALARGAR TU BRAZO HASTA TOCAR LA LUNA,PERO NO ESCRIBAS,ACARREA PENDEJOS, SÉ GOBERNADOR O DIPUTADO, PORQUE ESTARÁS SOLO Y CUANDO ESTÉS SOLO TE PARTIRÁS AL MEDIO Y LO ÚNICO QUE PODRÁS HACER ES ESCRIBIR Y ¡PLUM!, QUIZÁ AHÍ, HAYA UNA LEJANA DIVISA DE LO QUE REALMENTE PUEDES SER,UN GRAN ESCRITOR DE LITERATURA COMERCIAL QUE NECESITA ENTREGAR SU MANUSCRITO, ALGUIEN QUE PASÓ MUCHO TIEMPO COMPRENDIENDO ESTO Y AHORA NO SABE OTRA COSA QUÉ HACER, ALGUIEN QUE SUPONE QUE PONIÉNDOSE A ESCRIBIR TODOS LOS DÍAS SE VOLVERÁ UN GRAN ESCRITOR. NO. ESOS SON LUGARES COMUNES Y LOS LUGARES COMUNES SON ASQUEROSOS, COMO LO ES LA GENTE QUE SABE SOBRE LAS MISMAS COSAS, Y COMO LO SON TODAS LAS COSAS QUE VIENEN HECHAS DE LA MISMA FORMA.

 EL ARTISTA NO ES ASQUEROSO, ES MENOS ASQUEROSO QUE LOS DEMÁS Y POR TANTO GUSTA, PERO ESTO NO TE IMPORTA PORQUE JAMÁS ESCRIBIRÁS BIEN. LO SIENTO. ESCRIBIR ES COMPLICADO, Y SI NO TE CREES CAPAZ DE HACERLO, NO PODRÁS ESCRIBIR MÁS QUE FRASES LIVIANAS Y MUERTAS, QUE TAN SÓLO IGUAL QUE EL ABONO, SERVIRÁN PARA ALIMENTAR EL TRABAJO DE UN HOMBRE CON VERDAD QUE SEPA ABONAR LA TIERRA Y HACERLA VIVIR CON SUS PROPIAS MANOS,SIN QUEJAS Y SIN SENTIRSE ASQUEADO.

 F.BARRERA